Creemos que los primeros tres años de la vida son de vital importancia para la formación de la imagen de uno mismo en todos los aspectos: físico, mental y emocional. Es el período de desarrollo global, de mayor intensidad en la vida del ser humano, pues estamos absorbiendo constantemente la información del ambiente que nos rodea; por ello, son tan importantes los espacios enriquecedores.
Nuestro ambiente bilingüe ofrece el mejor comienzo posible en estos primeros años.
En esta etapa sentaremos las bases de la autonomía, la autoestima, la iniciativa, la conciencia corporal, el pensamiento deductivo, el lenguaje, la empatía, la cooperación y la socialización.
El niño trabaja en un ambiente preparado, donde puede moverse libremente y explorar su cuerpo, favoreciendo el gateo y el andar. El movimiento de lo más general a lo más particular: las manos como instrumentos de su inteligencia, ellas le perimitirán el contacto y la exploración de los materiales que ponemos siempre a su alcance. El trabajo con los sentidos: ver, oler, tocar, escuchar y saborear, le llevarán a absorber la información del mundo y entenderlo: al mismo tiempo, todo esto se expresa a través del lenguaje corporal, la sonrisa, la satisfacción, la repetición continua y de ahí a los símbolos y las palabras, las frases y el lenguaje.
Los hábitos de cuidado personal favorecerán la autonomía y la confianza en sí mismos, las rutinas de vida diaria favorecen la confianza con el mundo y con su entorno. Es por ello que le damos suma importancia a los puntos de referencia, rutinas estables y predecibles, ya que el orden exterior refleja su orden interior y le ofrece seguridad.