La importancia del llanto en los bebés y niños pequeños
El llanto es una expresión fisiológica del ser humano y especialmente de los bebés y niños pequeños, en estas edades las emociones afloran sin ningún filtro y el llanto es la única vía que tienen de comunicar el dolor, la tristeza o el enfado.
Cuando el sistema nervioso del niño está demasiado cargado por estrés acumulado por un suceso que el niño considera vital (traumático o no) o por una serie de sucesos, se desencadena el llanto, consiguiendo así liberar la tensión y volver a un estado de equilibrio fisiolgico.
Los estudios demuestran que la presión sanguínea, la temperatura corporal y el pulso disminuyen después de haber llorado; las ondas cerebrales se sincronizan, se liberan cortisol y noradrenalina a través de las lágrimas (hormonas del estrés) y el cuerpo entra en un profundo estado de relajación. No es de extrañar que luego de una escena de llanto activo, el niño desee mimos e incluso dormir.
¿Por qué lloran los niños?
Las razones básicas por las que un bebé o un niño pequeño lloran son: comunicar una necesidad apremiante, recibir nuevos estímulos o liberar el estrés y recuperarse de una situación de riesgo para él. Las necesidades apremiantes van incrementándose con el crecimiento; las primeras son de contacto físico o alimento, sucesivamente de sueño, juego, dolor, separación y más delante de frustración.
Con respecto a la segunda razón, las principales fuentes de estrés durante la primera infancia son:
- Estrés prenatal y trauma durante el parto
- Necesidades físicas no cubiertas (alimento, contacto físico, sueño y juego)
- Sobre-estimulación
- Frustraciones del desarrollo
- Dolor físico
- Falta de límites claros
- Sucesos aterradores
Siendo entonces el llanto una vía fisiológica de regulación emocional y física, debemos considerarlo un aliado y observar qué tipo de llanto es el que se estimuló en el niño, para poder atender la necesidad real; principalmente porque hoy en día, los niños aprenden a crecer desconectados de sus necesidades reales y se pierden en los deseos, confundiendo también a los padres y cuidadores que intentan calmar al niño satisfaciendo el deseo manifiesto de forma infructuosa, ya que la necesidad real causa del llanto o la conducta sigue sin estar cubierta.
Intentar sosegar el llanto sin comprender su origen, se puede convertir en una bomba de relojería, ya que puede ser que se calme momentáneamente, más el niño buscará inconscientemente nuevas situaciones que le permitan nuevamente actualizarse a través del llanto.
Habiendo comprobado que las razones del llanto no son de origen fisiológico, lo que debemos es ofrecer el espacio seguro y afectuoso, donde el niño pueda drenar su necesidad de expresarse emocionalmente a través del llanto. Especialmente los niños genéticamente más sensibles; a estos niños, suelen afectarles más profundamente el estrés y la sobre estimulación, se sienten a menudo abrumados y por lo tanto lloran más a menudo.
La mejor forma de ayudar a un niño en esos momentos es cogerles con tranquilidad en brazos o acompañarles a un lado, estando disponibles y hacerles saber que está bien que lloren. Los niños necesitan saber que les queremos, que estaremos a su lado, en todo momento, no sólo cuando son felices. Necesitan saber que estamos dispuestos a escucharles. Es importante entender que llorar es en sí mismo a veces una necesidad. En esos momentos, la respuesta más útil es simplemente estar presentes y disponibles, de forma afectuosa y empática.
Lo que debemos cuidar al observar a un niño llorando, son las emociones que se nos despiertan a nosotros mismos antes estas circunstancias. Qué de nuestra historia personal se está estimulando con el llanto o la rabieta del niño, y en caso de no poder ser objetivas y “adultas” pedir ayuda a otra persona que pueda contener al niño de forma más sana.
Una rabieta por otro lado, es la manifestación emocional del enfado o frustración a través del llanto, igualmente producto de una necesidad insatisfecha. Habitualmente presente en niños mayores de dos años; niños que ya se reconocen como un ser humano separado de su madre, capaz de tomar decisiones, con la conciencia de la relación causa efecto y con un nivel de compresión del mundo que les rodea mayor que su capacidad de comunicarse verbalmente.
Al igual que el llanto, las rabietas son fisiológicamente necesarias para el niño y son una oportunidad de oro, para poder aprender las emociones, reconocerlas e integrarlas. Acompañamos las rabietas con la misma actitud empática, comprensiva y disponible física y emocionalmente que con el llanto.